Este blog no debe ser sólo para malas noticias o sucesos desagradables, pero la realidad se impone. Esta mañana nos han comunicado la muerte de Mariangeles, una buena amiga que llevaba unos años luchando contra un cáncer.
Mariangeles se ha ido con cuarenta años, dejando sólo a su marido Julián y a dos niños encantadores.
Estuve con ella estas navidades, en un cumpleaños y luego tomando copas y riendo mucho con otros amigos comunes. Se la veía feliz, tranquila pero con muchas ganas de marcha.
Qué actitud debe uno tomar ante este tipo de acontecimientos? Resignación cristiana? Debo pensar que estas cosas dependen de la voluntad divina y que por algo Dios se la habrá llevado?
O será más bien que esto es una puta mierda y estamos más solos que la una; todo depende del AZAR y la vida es una pura y simple casualidad, tras la cual no hay NADA.
Quiero convencerme de que debemos vivir bajo unas reglas pues de lo contrario todo se sumiría en el caos más absoluto, pero esas reglas deben ser mínimas: tan sólo procurar pasar por la vida haciendo el mínimo daño posible a los demás (en sentido amplio, al prójimo, a todos los seres vivos, al planeta). Salvado esto, el resto debe consistir en disfrutar al máximo de este regalo perecedero, Carpe Diem que decían los romanos, vivir cada momento como si fuera el último, pues realmente estamos aquí para dos días y la vida puede llegar a ser con cada uno de nosotros más cruel de lo que somos capaces siquiera de imaginar.
Brindo por ti, Mariangeles, ojalá podamos recordarte durante mucho tiempo, será señal de que aún andamos por aquí.
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