Se cumplen ahora 40 años de la llegada del hombre a la luna. Todos comentan su recuerdo de aquella retransmisión televisiva, incluso gente más joven que yo.
-Joder, qué mala memoria tengo, yo no recuerdo nada, sólo tenía cuatro años,...parece como si quedara uno mal no acordándose.
Pues lo siento, no recuerdo aquella noche, pero me da igual, me sigue fascinando ver aquellas imágenes un tanto cómicas de hombrecitos dando saltitos por ese inmenso y gris arenal.
Hay quien dice que es todo mentira, que nunca llegaron, que las imágenes las filmó Stanley Kubrick en un estudio.
Quién sabe, pero yo prefiero pensar que sí lo hicieron.
Me identifico plenamente con el sentimiento de aquellas personas que soñaron llegar a la luna y se pusieron a ello. La esencia del hombre, su evolución y desarrollo residen en ese ansia de conocer, de saber, de conquistar, incluso aquello que luego no sirve para nada.
El espacio es nuestra última gran frontera y tenemos por delante un reto que hoy a todas luces parece imposible: explorarlo, conocerlo, llegar hasta sus últimos confines y ver qué hay más allá. Lástima que el universo parece hecho a una escala superior a la del ser humano, quizá nunca salgamos de este pequeño pedrusco que llamamos tierra, pero cómo adivinarlo.
Seguro que los antiguos pensaban lo mismo de los vastos océanos o de levantar el vuelo por los aires y al final se consiguió.
Confío en la audacia del hombre y ojalá nunca perdamos ese interés por conocer, por saber, pues entonces, si eso ocurre, dejaremos de ser libres.
Juranos algo. Que tienes abandonado el blog.
ResponderEliminaranimo!!!!